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HIPOCAMPO DE CONCENTRACIÓN

Ríndete

Ríndete

Constantemente leo discursos motivacionales, menús de autoayudas  y recetas de superación que, sinceramente, confieso que las primeras veces que me topé con ellos, resultaban atractivos y hasta convincentes, hasta que he empezado a descubrir la trampa; trampa que probablemente no sea intencionada pero que puede ser muy peligrosa. No dudo de la buena intención del gurú del "optimismo porque sí", pero sí que creo que esa ayuda se llama autoayuda porque es para sí mismo; se sentirán más realizados como personas si otros siguen sus consejos, y su ego se disparará por haber orientado a una mente vulnerable y necesitada, pero creo que hay que tener cuidado, y precisamente ellos, que son personas seguidas y admiradas por personas que vuelcan en ellos toda su confianza, deberían tratar de cuidar más a sus aleccionados. 

Los ya trillados "Tú puedes" "No te rindas" "Levántate" "Lucha hasta el final" "Si te lo propones puedes conseguirlo" no son solo un chute necesario de fuerza para cumplir objetivos, sino que también pueden ser el preámbulo de una futura frustración. Es obvio que uno tiene que luchar por lo que quiere, pero todo tiene un límite. No todos los objetivos son realizables, porque algunos, sencillamente no dependen de uno mismo, ya que un objetivo propio puede interferir en la libertad de otra persona, y ese terreno debería ser inviolable. Por ejemplo, si a Juan le dicen por activa y por pasiva, que luche por sus metas, hasta el final, que no se rinda, y la meta de Juan es conseguir a María, porque ama a María desde que la vio, pero María no soporta a Juan, es más, María ama a Ramón, con el que vive desde hace 20 años... creo que lo que hay que aconsejarle a Juan no es un "Lucha por tus objetivos", sino "Cambia de objetivos, hay cosas que no se pueden conseguir, asúmelo" porque corre el riesgo de que por su lucha le caiga una denuncia por acoso o una orden de alejamiento. Hay que enseñar a luchar, sí, pero también a asumir. Si no nos preparan para la decepción, reinará la obcecación, la vanidad y muy probablemente la depresión. 

Recuerdo a mi profesor de literatura del instituto cuando el primer día de clase nos disparó con esta frase, y aún tengo la bala grabada a fuego: "Buenos días, antes de empezar la clase, quiero decirles que de los 28 que hay aquí en clase, solo 4 trabajarán de lo que quieren el día de mañana, los otros 24 probablemente me lleven Pizzas a mi casa cuando yo llame por teléfono o me atenderán en el supermercado. Una vez dicho esto, quiero que lean este poema de uno de los mejores poetas vivos del siglo 20, y háganme un comentario de texto, se llama Tratado de impaciencia y el poeta se llama Joaquín Sabina". ¡Ole sus cojones! Me pareció el ser más borde y despreciable de la tierra, pero de algún modo admiré y agradecí esa sinceridad, y sobre todo ese jarro de realidad en nuestros aún inocentes optimismos. Hoy puedo decir que no falló, y sé que esa frase de "prepárense para" me motivó más que la manida "chicos, si quieren, pueden". Por lo menos me puso en pre aviso de que la vida no es un quieropuedo de color de rosas sin espinas ni aristas en los caminos. Don Manuel Mayor se llamaba esa -para mí- eminencia, que no sé si sigue vivo a día de hoy pero puso mis pies en la tierra sin piedad ni contemplaciones y encima llamó poeta al cantante que yo llevaba años escuchando. Si algún día lo veo me encantaría agradecerle personalmente ese cachetón de un minuto, además, aprendí muchísimo con él y sé que no soy Sabina, pero creo que le gustarían algunas de mis letras. 

Así que desde aquí lanzo mi contrapartida a las soluciones charlatanas y edulcoradas, y sin ánimo de parecer derrotista lanzo un "Ríndete". A veces no es mal plan una rendición a tiempo tras una lucha que te está consumiendo. Date el gusto de darte por vencido; hay que saber rendirse y sobre todo saber cuándo y cómo rendirse. "Cáete". Ni te imaginas la de maravillas que hay en el suelo donde te acabas de raspar las rodillas. Obviamente hay que levantarse, que no me vendan la obviedad de "Si te caes levántate". Claro que me voy a levantar, pero déjenme disfrutar de la travesía de una caída. Déjenme caerme para ver el resurgimiento desde otra perspectiva. "Tira la toalla". Tal vez tirándola se seque el piso mojado que lleva años haciéndote resbalar. Pisa la toalla, sécate los pies y la mugre de tu lucha fallida y camina sobre seco en busca de otros objetivos quizás más saludables. Haz que tus objetivos sean subjetivos, créalos tú, y si no están en tus manos pues ríndete, sin llorar, sin frustración, que así es esta mierda de vida; ensayo y terror. Vivir no es fácil, que no te pinten simplezas ante esta despiadada malparida que te tocó vivir sin que tú eligieras. Ahora bien, ya puestos sobre ella, abórdala y que no te vea sufrir, que eso es lo que quiere la muy cabrona. Lo más fácil es cortar las venas, pero no le vamos a dar ese gusto. Merecemos una enhorabuena. Enhorabuena por seguir con vida aunque nos mate. Enhorabuena por la resistencia a los embates. Enhorabuena perdedor. Enhorabuena.

2 comentarios

Víctor Lemes -

Isabel, ni te imaginas el erizamiento que han provocado tus palabras. De pena sobre todo, pero con una leve alegría porque ésto haya llegado a alguien cercano a él. Lo curioso es que llevo rondando con esta idea desde hace casi dos meses. Dan miedo a veces estas sincronías "cuánticas". Lo que te quería decir es que el orgullo lo deberían tener ustedes por él. Quiero que sepas que a día de hoy mis mejores amigos son precisamente los que estudiamos con él, y desde esa época. De hecho, muchas veces recordamos esa anécdota y sus "maneras" pero siempre con sonrisa de admiración. Lo admiramos muchísimo y dos de ellos terminaron la carrera de Filología Hispánica (y no veas cómo escriben). Todas estas ramificaciones tienen una raíz y puedes estar segura de que tu padre es muy responsable de ella. Tiene que ser un orgullo dejar huella y amoldar de alguna forma los futuros de tanta gente. Me he olvidado de decenas de profesores en mi vida, pero de Don Manuel, ni yo ni mis amigos (y estoy seguro que mucha gente también) sencillamente es que no nos podemos olvidar. Era brillante, lúcido y cascarrabias como mandan los cánones de la genialidad, pero entrañable y bondadoso pese a su máscara de seriedad, por lo menos así lo radiografié yo desde mi inocencia de 17 años.
Un beso enrome, gracias por tus palabras, y siento muchísimo tal pérdida, de verdad te lo digo, pero las huellas no se las lleva nadie.

ISABEL MAYOR -

Gracias, gracias, Víctor. Mi padre, Manuel Mayor, se habría sentido muy orgulloso al leer tu artículo y el retrato perfecto que haces de sus ¨maneras¨ en clase. Qué bien lo has descrito. Don Manuel falleció hace un mes y medio y estaría muy contento de ver que por lo menos uno de esos 28 alumnos se ha convertido en un buen escritor. Un abrazo agradecido de su familia.