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HIPOCAMPO DE CONCENTRACIÓN

Primera impresión

Primera impresión

Entré a la nueva copistería que han abierto al lado de mi casa. Iba con prisas porque me cerraba la oficina de correos y tenía que mandar un documento con dos fotocopias de mi DNI, así que casi sin mirar le di el carnet a la chica que había tras el mostrador: “Por favor, dos fotocopias por delante y por detrás”. La chica se dio prisa al verme apurado, las hizo y me dijo: “20 céntimos Víctor”. Ahí fue cuando la miré por si me conocía y me sonrió. “¿Nos conocemos?” -le dije-. “No, pero tu DNI te delató. Yo soy Lucía, hasta otra”. Era guapísima, con una mirada abierta, directa y dilatada que intimidaba. Le di los 20 céntimos y solo me salió decirle: “Muy observadora usted, Lucía, y curiosa. Hasta otra”. Salí corriendo hacia Correos y entregué el envío con mis dos fotocopias del DNI. Una vez desestresado me dio por pensar en la anécdota de la copistería: “Has quedado como un borde Víctor, con lo amable que fue y lo guapa que era. Siempre la cagas” -Me autocastigaba-. Así que inventé una excusa para volver. Tenía un pendrive en mi mochila. No recordaba qué contenía, pero algún documento de Word habría. Era el pretexto perfecto para volver y que me imprimiera alguno, aunque no lo necesitara. Entré y no había clientela. Ella estaba sentada leyendo un libro, de verdad, no de esos electrónicos. Entonces sonó ese timbre que tienen algunos establecimientos para avisar de que alguien ha entrado. Separó la mirada del libro y volvió a sonreírme:
-Hola otra vez ¿Se te olvidó algo?
-Sí, ser más simpático.
-(sonrió sin decir nada)
-Sé que fue en Blanco y Negro pero ha sido una muy buena primera impresión.
-(volvió a sonreír) Viniste con esa frase ensayada ¿no?
-Sí. Me has pillado.
-(sonrió)
-(sonreí)
Silencio eterno de 4 segundos hasta que saqué el pendrive.
-¿Podrías imprimirme un documento que hay aquí?
-Ok, dime cómo se llama.
-Buff no sé. Léemelos y te digo.
-A ver, aquí tienes carpetas, canciones, películ…. ¡Dios! ¡Desmontando a Harry! ¡Me encanta! ¿La has visto?
-Unas 7 veces.
-Y también tienes Birdman por aquí ¿Ya te la bajaste piratilla?
-Es que necesito verla otra vez en V.O.
-Me encantó, yo también necesitaría verla otra vez. Es un poco caótica. Pero se mereció el Oscar sin duda.
-Si la primera impresión fue buena, la segunda está mejorando.
-¿Te refieres a Birdman o a mí?
-A ti.
-Bueno, centrémonos, ¿qué imprimo?
-Ve a la carpeta que pone Música.
-Ya. Aquí tienes… Nooo. ¿Te gusta Damien Rice? Lo estaba oyendo antes.
-Oye, deja de ver mis intimidades ¿eh? -en tono de broma-
-Tú te has expuesto (sonreía cada vez más guapa)
-¿Hay alguna carpeta que ponga “Letras”?
-No. Solo veo grupos que me encantan. Te estás luciendo ¿eh?
-Aquí la que luce es, como su propio nombre indica, Lucía.
-(sonrisa y rubor) Esa no la tenías ensayada.
-No.
Silencio e intercambio de miradas durante 4 mil nanosegundos… uno tras otro.
-Bueno (interrumpí el ritual) me habré equivocado de Pendrive, luego te traigo el bueno, que vivo aquí al lado.
-Sin problema, cierro en una hora. Estaré por aquí leyendo mis 50 sombras de Grey.
-Mentira, que es Cien años de soledad.
-Muy observador usted, Víctor, y curioso. Hasta ahora.
-Buena memoria, parece que aún no te ha afectado la peste de olvido.
-Lo apunto todo por si acaso.
-Bueno, me voy ya que te estás luciendo.
-Hasta ahora.
-Hasta ahora.
Subí corriendo a mi casa, me metí en el ordenador, abrí un archivo Word y lo titulé: “Para Lucía”.
“No sé si con esto me luciré o me pasaré de frenada, pero dicen que a la tercera impresión va la vencida. Cuando estés leyendo ésto yo habré salido  de tu copistería dirección a mi casa a preparar las roscas y poner Birdman en V.O. Vivo en el edificio de al lado. Tercero B. Espero que te animes. Si no, no pasa nada, pero no me devuelvas el pendrive, que me moriré de vergüenza. Quédatelo. Te dejo dentro el último trabajo de Damien Rice. Si te animas, te veo en un rato”.
Metí solo el último album de Damien Rice y el “Para Lucía.doc”. Bajé, entré, el timbre volvió a interrumpir su lectura. Me sonrió y dándole el Pendrive le dije: “Este es el bueno, imprímeme el .doc, ahora vengo que tengo que hacer una cosilla”. Se lo di y me fui, a mi casa.
Mi estómago saltaba más fuerte que las roscas que preparaba en el microondas. Pasó media hora infinita. “Ya debería haber llegado si se hubiera animado” -me agobiaba a mí mismo- y de repente sonó el timbre de la puerta. El pop corn de mi páncreas estalló. Respiré hondo, apreté el puño en señal de victoria y abrí. No había nadie. Solo mi Pendrive sobre el Wellcome de la alfombra. Sonreí negando con la cabeza como sonríe el jugador de fútbol resignado y cabreado por su expulsión. “Te pasaste de frenada, truhán” -Me castigué-. Decepcionado por mi arrebato de valentía seguí cocinando hasta que me asaltó una idea como un resorte. ¡El Pendrive! Lo cogí y lo metí corriendo en el USB por si ella había respondido. “¡Cómo no se te ocurrió antes, imbécil derrotista!” -seguía autofustigándome- y ahí estaba; otro archivo .doc titulado “Para el que se luce”. Lo abrí y en un maravilloso Times New Roman con cursiva ponía: “Vuelve a abrir la puerta, valiente”.
Habían pasado 10 minutos, así que ya se podía haber ido, cansada de esperar a que yo captara su juego. Abrí la puerta y ahí estaba, sentada leyendo. Me miró y sonrió. Solo me salió decir un: “Joooder” a lo que ella me respondió: “Mira que eres tonto”.
Vimos Birdman en V.O. Nos enseñamos nuestras versiones originales, sin subtítulos, sin doblajes, sin ropajes, y desde ese día no ha dejado de escanearme besos en color, mientras le serigrafío la piel, mientras nos duplicamos temblores, mientras nos imprimimos erupciones, mientras quemamos hasta el último cartucho. Y The Blower´s Daughter sonando de fondo.

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