La urna violeta (publicado en nov.2011)
Recuerdo hace 8 años el cambio político de la derecha a la izquierda, 8 años ya era mucho, el partido, la ideología, los principios de quienes gobernaban no solo eran inamovibles sino que se hacían más firmes, firmeza inútil cuando lo realmente admirable era el cambio de opinión, la rectificación, o en román paladino, bajarse del burro cuando sabías (o una sociedad casi entera te hacía saber) que "eso" era inadmisible. Hubo miedo a la reiteración política, a la mentira oculta, a la guerra gratuíta y apareció alguien sin carisma pero con ansias de cambio, una esperanza para cambiar aquel estatismo, una cara (o ceja) que nos ayudaría a "recreer" en lo diferente, en lo que también se había corrompido 8 años atrás pero que se nos presentaba esta vez con aires de renovación. Y se cambió, ganó el cambio, me ericé, recuerdo que me ericé al ver las banderas rojas agitándose más fuerte que las azules, cuando el mapa de este país aparecía gráficamente rojo, y llamé a mis amigos (la mayoría con tendencia idéntica a la mía) y nos emborrachamos con cerveza para celebrarlo, porque se atisbaba una esperanza, porque aquel bigote impertérrito fue afeitado por más de la mitad de un país, y nos abrazamos, y el más escéptico decía: bueno, "vamos a ver como sale esto" y hubo cambios, radicales y repentinos, novedosos y convincentes, coherentes y ¿estratégicos? y hubo más esperanza, y me sentí partícipe de lo novedoso, me sentí valioso y útil para ese nuevo rumbo, pero hubo cambios, tantos tantos cambios, que la línea divergente circunvaló hasta colisionar con aquello de lo que se quiso separar en un principio, hasta juntarse en una sola línea, recta, unidireccional, violeta al mezclarse la línea divergente roja con la línea estática azul, y el mapa se hizo violeta, y las banderas violetas, y las leyes violetas, y los billetes violetas, y los intereses violetas, y la violeta esperanza... ¿dónde se fue? ¿Dónde está ahora mismo mi ilusión por el cambio? ¿qué cambio? ¿Y la fe en mi papeleta? Se me fue la fe, o se me quedó en el 2004. Este 20 de Noviembre no estaré pegado a un televisor como hace 8 años, escrutando mi optimismo, porque, sencillamente, no me alegraré ni del cambio violeta con ascendencia azul, ni de la continuidad de la nueva violeta con hipocresía roja, no habrá cambio, lo habría tal vez si no ganara ninguna de las dos opciones casi impuestas, pero mi fe en los milagros está en prima de riesgo. El "poder" que tenemos para cambiar, para colaborar en el cambio, es una ilusión óptica (y óptima) implantada, es el resultado de una persuasión estudiada, es creer en los reyes magos, y ya sabemos que los reyes son los bancos, y a esos no los votamos, esos no tienen color, esos son daltónicos y sinestésicos, esos tienen los hilos que el ciudadano cree tener. Este año no quiero engañarme ni sentirme útil a priori para llorar a posteriori. Este año seré un mal ciudadano, este año me llamarán anarquista o acomodado o apolítico o hipócrita por aprovecharme de lo que se legisle y por no ejercer esa "libertad" y esa posibilidad del voto, y es cierto que quienes no tuvieron esta oportunidad en tiempos más grises, pueden pensar que les estoy faltando al respeto, que no valoro lo que tenemos (ni mucho menos, mis disculpas y mi ánimo para todos ellos). Este año, por primera vez, seré coherente con lo que no creo, y es que, ni por efecto, ni por defecto diré que sí. Este año me sentiré más libre conmigo mismo por no elegir a lo que no me representa. Mucha suerte a los participantes, o mucha mierda (nunca mejor dicho) como se dice en el argot teatral. Esta representación escénica la veré entre bambalinas.
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