Sócrates, te presento a Siri
Internet es el holocausto de los gatos, en cuanto a curiosidad se refiere. Siempre he tenido una inquietud abismal por todo y recuerdo que en mi época de estudiante, si en alguna conversación con algún amigo surgía algún debate, la discusión no solo duraba horas buscando argumentos y referencias mentales sino que el runrún del dilema podía durar días, y yo, personalmente, era de los que me pegaba horas y horas dándole vueltas a la cabeza en la cama. Hoy en día ya casi nadie se acuesta con incógnitas a la espera de ir al día siguiente a alguna biblioteca a resolver la duda. La esperanza de vida de la duda es cada vez más corta. Estés en un bar, de fiesta, de reunión familiar o incluso en el baño, desde el momento en que te acecha una duda sobre algo que recuerdas o que has oído, recurrimos a internet. Las discusiones con mis amigos no duran ni un minuto:
-¿Cómo se llamaba el Teniente de Forrest Gump?
-David Morse.
-No, ese es el de La Roca. Es Gary Sinise.
-Que no, que es el que yo digo.
-Vas a ver que no (Móvil, Google, Forrest Gump, Reparto... GARY SINISE)
¿Lo ves? Te lo dije
Y fin de la discusión (30 sg)
No seré yo quien se queje de la tecnología; maravilloso adelanto a la vez que peligroso y absorbente, pero sí es cierto que soy un poco romántico y nostálgico y aquella incertidumbre que podía durar meses tenía su magia y daba vidilla (aunque seguro que en aquella época maldecía no tener una base de datos instantánea y cercana. Así de inconformistas somos) Tenemos acceso inmediato a lo que queramos y eso nos facilita mucha más información, pero estamos perdiendo los procesos y métodos para recordar, nos acomodamos y vamos a la respuesta rápida y fácil y no ejercitamos lo que nos mantiene activos. El cerebro es como un músculo que hay que ejercitar y nosotros lo estamos ensanchando de información, sí, pero a base de anabolizantes y no de un ejercicio diario y exhaustivo. Internet es la gimnasia pasiva de la mente, el gym body fitness del conocimiento y el esteroide de la cultura (Cada vez más cerca la cultura y el culturismo). Se ve en los colegios e institutos, niños pegados a los móviles y no al balón de fútbol, que tampoco era la panacea de la sabiduría, pero te relacionabas. Ya no los veo jugando al escondite, la cogida, el pañuelito y el conejo de la suerte, sino absortos a una pantalla. Y me gritaban mis padres por verme una hora pegado al Tetris. En fin, algunas comparaciones son ociosas.
El otro día un amigo en mi casa me preguntó que cuántos años tenía Leo Messi y aquí no hubo ni discusión, sobre la marcha él cogió el móvil e hizo algo que, llámenme desactualizado, me dejó entre perplejo y con un ataque de risa. Apretó un botón y dijo: "Siri, ¿podrías decirme qué edad tiene Leo Messi?" y a los dos segundos una voz femenina mecanizada dijo: "Leo Messi tiene 27 años". No pude parar de reír; Había visto una película llamada HER que va sobre una aplicación de inteligencia más que artificial pero era más bien futurista, aunque extremadamente real, y no pensé que ya hubiera algo parecido a día de hoy. Ya voy precavido y un poco curado de espanto gracias o por culpa de una serie (acojonantemente real que recomiendo) que se llama Black Mirror donde de hecho hay un capítulo de una aplicación parecida pero bastante más espeluznante o gratificante, según se mire. Madre mía, qué serie. El caso es que Siri me dejó patidifuso y un poco más acojonado por la cercanía del coma mental al que nos vamos acercando cada vez más vertiginosamente.
Solo espero que queden enigmas, que continúe el misterio, que no muera el revoloteo de las incertidumbres en los estómagos y las vigilias, que los puntos de vista se alimenten de desvelos y que intentemos recordar como locos; como diría Krahe, ¡Abajo el Alzheimer! Pero como también dice Drexler "Tarde o temprano nada es secreto en los vericuetos de la informática". Nada es secreto. ¿Qué peligroso, no? Mucho. Y desgarrador. Muchísimo. Siri, por ejemplo, ya conoce todas tus curiosidades y si todas tus preguntas y consultas se almacenaran en una especie de historial límbico, date por delatado. Ella es Iris al revés. ¿Lo ves?
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