Se te olvidó otra vez -Víctor Lemes- (Popurrí 2016)
Hace unos años un programa de radio autonómica me fichó para hacer una canción semanal sobre el panorama actual del país, era una sección llamada el Cantisocial y la empecé justo cuando empezó a salir a la luz la trama de Luis Bárcenas y sus famosos sobres, lo cual me daba carne de repertorio, afortunadamente para mi sección pero desafortunadamente para la sociedad. Semana tras semana y hasta día de hoy he ido actualizando ese repertorio ya que iban saliendo a la luz más casos como el de Urdangarín, rescates financieros, recortes, Gurtel, tarjetas black y todo lo que ya sabemos y desgraciadamente hemos asimilado como algo normal, como un fallo de fábrica con el que nos conformamos y no es necesario pedir el libro de reclamaciones.
Recientemente acaban de salir a la luz otros papeles, pruebas que demuestran lo que ya se sabía pero que cobra importancia al salir en un medio de comunicación y debido a la presión mediática incita al “afectado” (por no llamarle beneficiado fiscal) a tomar responsabilidades como la dimisión, gesto que para colmo hace quedar al sujeto como ejemplo a seguir, como un acto coherente. Sí, es obvio que es un gesto coherente, pero tardío. Así no vale, no vale asumir la responsabilidad una vez te pillan, eso no es coherencia, es “honorabilidad fingida”. Es como pedirle perdón a tu pareja cuando ésta te pilla siendo infiel, como si durante los 10 años de aventura previa no se mereciera una disculpa. La verdadera honestidad no se consigue con una disculpa vacía post facto, esa disculpa es impuesta, obligada como la que le exigió el gabinete de imagen del rey a Juan Carlos para limpiar su imagen frente a las cámaras “Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir”. Y así queda uno de coherente, héroe mediático y de “es que también es humano”. La coherencia le nació de la nada casualmente justo cuando lo descubrieron ¿no? Antes no. Claro, porque en el anonimato no hay nada ilícito, todo es ético hasta que se descubre, pero la honestidad con uno mismo, ¿dónde queda?
Los famosos papeles de Panamá han hecho dimitir al ex ministro Soria, que ni siquiera reconoció sus artimañas sino que culpó a una cadena de errores, y encima queda de bueno (para algunos) al irse por el bien de su partido, para no dañarles, debido (recalca) a esa cadena de errores. Todo un héroe, todo un paradigma. Y encima en unos meses, por no decir semanas, lo olvidaremos y quedará en anécdota y “todos esos documentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia”. Da igual ver naves ardiendo más allá de Orion o una sede de partido financiada con dinero negro; la memoria tiene un mecanismo de asimiliación que por suerte nos ayuda a evitar el suicidio colectivo, porque si no lo tuviéramos, todos los traumas, desgracias y problemas acontecidos en nuestra vida, nos quemarían con la misma intensidad en todo momento y el dolor sería insoportable. Nuestro hipocampo nos salva del dolor gracias al difumino de los recuerdos, pero gracias o por culpa de ese mismo mecanismo tal vez en estas nuevas elecciones vuelvan las oscuras golondrinas, o las negras gaviotas, porque a veces nuestro hipocampo es nuestro propio hipocampo de concentración.
http://diario16.com/se-te-olvido-otra-vez/
http://www.laprovincia.es/cultura/2016/05/03/popurri-politico-victor-lemes-supera/817891.html
http://www.canarias7.es/multimedia/video.cfm?id=11714
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